lunes, 3 de agosto de 2015

ROSS EEP, Juanita (1999), “Escuelas, complicidad y fuentes de la violencia”, en Juanita Ross Epp y Alisa M. Watkinson (coords.), La violencia en el sistema educativo. Del daño que las escuelas causan a los niños, Madrid. La Muralla (Aula abierta),     pp. 15-47.


CUAUHTÉMOC

LA VIOLENCIA EN EL SISTEMA EDUCATIVO
Ross Epp, Juanita (1999)

Escuelas, complicidad y fuentes de la violencia.
"Educa al niño de hoy y no tendrás que castigar al hombre del mañana"
Se ha definido la violencia sistémica como cualquier práctica oprocedimiento institucionales que produzcan un efecto adverso en los individuos o los grupos al imponerles una carga psicológica, mental,cultural, espiritual, económica o física.

Aplicada a la educación,significa prácticas yprocedimientos que imposibiliten el aprendizajede los alumnos, causándoles así un daño (Epp yWatkinson, en prensa).
Quienes participan con éxitoen el sistema educativo reconocen el potencial de este para infligir daños de forma sistemática.

La violencia sistémica no es el daño intencionado que individuosdespiadados infligen a otros desafortunados. Por el contrario, son las consecuencias involuntariasde procedimientos aplicados porautoridades bienintencionadasque creen que las prácticas  están al mejor servicio de los alumnos. La violencia sistémica es insidiosaporque quienes están implicados, tanto quienes la ejercen como quienes la padecen, suelen ser inconscientes de su existencia.

Cuando los alumnos no tienen suficiente capacidad o no se amoldan como corresponde, el fracaso no lo asume la escuelaporque no ha conseguidoofrecer una experiencia educativa positiva: se le echa la culpa al alumno por carecer de aplicación o de habilidad o a los padres, por carecer de un medio positivo o por no saberapoyar las iniciativas de la escuela.

Algunas veces los alumnos responden a la violencia sistémica de forma violenta, y los administradores se ven obligados a expulsarlos.

Las autoridades no ven la necesidad de analizar las circunstancias para determinar si existió o nouna violencia sistémica que provocara lasacciones de los alumnos (Lee, 1994).

Lo que provoca que la violencia sistémica sea sistémica es el hecho de que no exista nadie a quien culpar. Las personas que la aplican sólo forman parte deun proceso más general.

 Los administradores y los profesores hacen lo que se espera de ellos. Cumplen las normas establecidas y mantienen los principios. 
    
   Hacen lo que creen que es mejor para los intereses de los alumnos (Miller, 1990b); lo que es perjudicial algunas veces son las propias normas establecidas.





ROCIO
lunes, 3 de agosto de 2015

LA COMPLICIDAD

La violencia sistémica se encuentra en  cualquier práctica institucionalizada que  afecte desfavorablemente a los estudiantes La violencia sistémica es insidiosa
la violencia sistémica sea «sistémica» es el hecho de que no exista nadie a  quien culpar.
La violencia sistemática es aplicada  de igual forma a los desfavorecidos y a los alumnos favorecidos y creativos.
Todos los alumnos están sometidos al aburrimiento en la forma en que se  les enseña, y a la expectativa de que deberán realizar trabajos que muchas  veces no parecen tener mucho valor
para ellos. Violencia sistémica Consecuencias involuntarias de  procedimientos aplicados por  autoridades bien intencionadas  que creen que las prácticas están  al mejor servicio de los alumnos.
El sistema escolar enseña a todos los niños que deben competir entre ellos por  ocupar os mejores puestos, al tiempo que  olvida su potencial como lugar en el que se puede animar a los niños a que trabajen juntos por mejorar su condición colectiva. En los alumnos eficientes provoca produce  a estos adquiere la forma de un aislamiento anquilosado en unas actitudes sexistas,  racistas, elitistas, excluyentes el discapacitado y exclusivamente

DERECHO DE ADMISION: LA ESTÁNDARIZACIÓN
Quienes han sufrido la violencia sistémica no es probable que quieran tener nada que ver con las escuelas, y menos probable aun que hayan permanecido en el sistema lo suficiente para disponer de la calificación que necesitan para regresar a el como profesionales.
Las instituciones educativas están pobladas de individuos que han aceptado la ideología positivista, es decir «un método de indagación analítico empírico que incorpora la idea de hechos objetivos cuantificables y de observación neutral
La mayoría de los profesores y de los directores de centros educativos creen que existe un “nivel”  que se puede aplicar a los estudiantes y a su aprendizaje




Alejandra
lunes, 3 de agosto de 2015
LAS PRUEBAS ESTANDARIZADAS

La idea de nivel parte de la premisa improbable de que los estudiantes de la misma edad tendrán habilidades y antecedentes similares y de que estas habilidades
Las pruebas estandarizadas son parciales también porque deben realizarse en un tiempo determinado, lo cual constituye un medio para distinguir la inteligencia. El falso supuesto de que una respuesta rápida es la mejor respuesta.
Hace que las pruebas se  realicen en un tiempo determinado,  hechas en contra del lector no muy avanzado, de quien razona despacio y de las personas que desean reflexionar las respuestas y valorar las alternativas antes de pasar a la pregunta siguiente. Son exámenes en los que todos los estudiantes responden a las mismas preguntas. La importancia de estas pruebas es la rapidez. La mayoría de las pruebas estandarizadas son creadas en un formato de opción múltiple y la mayoría de las preguntas tienen una única respuesta correcta.

MARIO

LA PARCIALIDAD CULTURAL.
Las pruebas estandarizadas, como las conocemos hoy, se basan en Test mental de ejercicicio; Brigham craía en la superioridad intelectual de los europeos del norte y pensaba que era necesario prevenir la continua propagación de rasgos defectuosos de la población.
De las pruebas estandarizadas de hoy se dice que son menos racistas, sexistas y clasistas. 
La consecuencia natural de una prueba estándar es un agrupamiento por capacidad o por nivel académico. Una vez que a un alumno o a una alumna se le ha asignado un determinado novel, queda fijado en su lugar en el orden social.
Los alumnos menos favorecidos lo son mucho más por el hecho de que las expectativas que los profesores tienen sobre su éxito o su fracaso influyen en ellos mucho más que en los alumnos privilegiados, que tienen más probabilidades de verse influidos por las expectativas de sus padres.




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¿QUE ES LO NORMAL?

Mucho de lo que constituye una violencia sistémica se encuentra en las constantes comparaciones que el personal de la escuela hace entre alumnos de una edad similar. Nuestras escuelas están organiza- das sobre la premisa de que todos los niños necesitan aprender las mismas cosas y que necesitan aprenderlas en el mismo momento de su vida.
El carácter obligatorio de la escolarización y el empleo de grupos de alumnos agrupados por la edad parten de la suposición de que los niños de una misma edad son capaces de aprender las mismas cosas y de que compartirán unos mismos intereses y unas mismas capacidades. El uso sistemático de prácticas homogeneizadoras, el uso de un currículo común, de tests estándar y de métodos de instrucción rutinarios facilitan en su conjunto el proceso de clasificación necesario para asignar a los alumnos a categorías y a aulas.
A los niños que no asimilan la información ni desarrollan habilidades al mismo tiempo que sus compañeros se les apoda de desarrollo retrasado
Los estudiantes que no son clasificados de "diferentes" y siguen en las clases como alumnos «normales no tienen la garantía de que vayan a librarse de subvaloraciones sistémicas. Si un alumno es incapaz de rendir (piénsese en esta palabra) al mismo nivel que otro alumno de edad similar, es posible que se le suspenda.
El aspecto de la estandarización que produce una mayor violencia sistémica se encuentre en la conformidad que exige a todos los alumnos.




JOSAFAT
martes, 4 de agosto de 2015
LA BÚSQUEDA DEL -YO- SIGNIFICATIVO: LA PEDAGOGÍA

La sociedad  cada vez es  más incapaz de cuantificar, y  de asimilar, el conocimiento en la edad de la informática, resulta cada vez más difícil defender un currículo estándar. Sin embargo sigue vigente el sistema educativo “bancario” (Freire 1970) donde la estandarización del currículo y las formas rituales de transmisión de la enseñanza siguen alienando y perjudicando a los estudiantes.

El sistema “bancario” está vinculado estrechamente a la idea positivista de que el conocimiento está separado del individuo, que el aprendizaje es impersonal y que los resultados del aprendizaje son reproducibles de forma similar en grupos grandes de niños.

En un estudio realizado por Johnson (1996), los alumnos enumeraron cientos de cosas que les producían enojo, pero todas ellas estaban relacionadas con una de estas cuatro categorías: las prácticas docentes, los sistemas de evaluación, las relaciones de poder y las cuestiones de equidad.


EL ABANDONO DE LO AFECTIVO
En la base de nuestros sistemas educativos actuales esta el supuesto de que los alumnos pueden centrar la mente en el material que se debe aprender, sin tener que emplear en ello las partes afectivas del cerebro. La separación de lo cognitivo y lo afectivo es agraviante en tres sentidos:

Primero, presume el mismo grado de estabilidad afectiva en todos los alumnos y una misma capacidad para suspender lo afectivo en favor de lo cognitivo.

Segundo, supone más valor en lo cognitivo que en lo afectivo.

Tercero, al ignorar lo afectivo, los educadores aprueban tácitamente los abusos y las desigualdades en las experiencias de los estudiantes.

Efectos nocivos ante  la separación de lo cognitivo y lo afectivo produce en los niños con un historial de malos tratos es que se les disuade de que consideren sus sentimientos. Aprenden a despreciar y a temer las emociones cuando otros las manifiestan.

A los chicos en especial se les alienta para que olviden sus posibilidades afectivas y se concentren en las capacidades cognitivas, más valiosas y negociables.

La desatención de lo afectivo en nuestras escuelas enseña a los niños a enmascarar sus sentimientos y a renegar de sus emociones.



Tomado de la lectura  de ROSS EEP, Juanita (1999), “Escuelas, complicidad y fuentes de la violencia”, en Juanita Ross Epp y Alisa M. Watkinson (coords.), La violencia en el sistema educativo. Del daño que las escuelas causan a los niños, Madrid. La Muralla (Aula abierta),     pp. 26-29.








martes, 4 de agosto de 2015
UNA CUESTIÓN DE OBEDIENCIA

La única forma de proteger a los niños del abuso de las autoridades es enseñarles a cuestionar las acciones autoritarias y a comprender la dinámica de las relaciones que se basan en el poder.

Alumnos y profesores pueden encontrar motivos de confrontación inacabables. Que se lleven gorras, las palabrotas, el tamaño de los carteles, el proceso de recoger los trabajos, el ritual de comprobar los deberes -cualquiera de estas cosas se puede convertir en un problema de disciplina grave. Cuando los alumnos “se pasan de la raya”, las autoridades de la escuela creen que deben atajar la rebeldía desde el principio -antes de que se convierta en un problema.

En esta lucha por el poder los estudiantes rara vez salen vencedores, ya que la desobediencia les puede costar el derecho de asistencia a la escuela, y todos los otros derechos que este conlleva. Los intentos por mantener el control suponen muchas veces un mal uso y un abuso del poder

Un problema importante que a los responsables de una escuela les plantean los niños desobedientes es el modo de relacionarse con aquellos padres que no han conseguido proporcionar la educación inicial en la obediencia. Se espera que los padres estimulen a los alumnos para que cumplan las exigencias de la escuela con el fin de alcanzar los honores, tales como la autoestima o el acceso a la universidad, que a la escuela corresponde conceder.

En cuestiones de obediencia, el tema del racismo no suele estar ausente. Las padres que están marginados del sistema escolar no están en situación de proteger a sus hijos de la violencia sistemática.

Tal vez se trate de un niño dotado pero reticente, o de un niño autista mal diagnosticado, pero el caso es que muchos niños no cuentan con la protección que supone la amenaza de la intervención de los padres. Cuando las víctimas de la violencia sistemática son estos niños, no tienen a quien les defienda de sus daños.

Los actos que exigen una conformidad irracional hacen que los alumnos desarrollen una profunda conciencia de las posibilidades de abuso que tienen quienes ostentan el poder.

Algunas prácticas escolares son indefendibles, sin embargo el poder legal está en la escuela. Los niños que han sido educados para que piensen de forma crítica no entienden estos arreglos.



Se encuentran excluidos de la escuela sin que sus quejas hayan sido atendidas. Cuando estos alumnos quedan expulsados del sistema educativo, sufren, ellos y la sociedad, ya que la carencia de una educación afecta a su posible contribución al futuro.




LIBRADO



REFLEXIONES SOBRE EL CASTIGO EN LA ESCUELA
Las personas mayores deben analizar su propio pasado con el fin de comprender lo que vivieron durante su infancia y evaluar sus interacciones con los niños.

«Sólo aquellos que son víctimas de este tipo de actos y permiten que sigan produciéndose de forma impune corren el peligro, como consecuencia de ello, de destruir las vidas de otras personas.

Era muy emocionante tanto leer las peores experiencias escolares propias como escuchar las de los demás. Podía identificarme con el dolor y la vergüenza que otros sufrían, y en cierto modo te das cuenta de que no estás sólo.

Efectos evidentes que estas experiencias han producido en toda nuestra vida: los complejos que hemos desarrollado y la intensidad del sentimiento permanecen.

ELEMENTOS DEL CASTIGO

Probablemente no haya que sorprenderse de que muchas de las “peores experiencias escolares” tuvieran algo que ver con el castigo, el aspecto físico del castigo era evidente.

Había también incidentes en los que los profesores despreciaban la intimidad y los espacios privados de los alumnos, y empleaban otros métodos de control que podían haber sido igualmente perjudiciales.

Muchas veces los estudiantes se quejaban del carácter público del castigo, más que del propio castigo, la parte más desconcertante de los episodios que relataban los alumnos era la variedad de infracciones menores que habían sido motivo de castigo. Algunos veces a los alumnos se les había castigado por error, por cosas que no habían hecho.

El castigo se agravaba cuando los alumnos no estaban seguros de por qué se les castigaba, o no sabían cómo corregir sus faltas. Sabía que se suponía que debía hacer el trabajo de nuevo, sólo que ahora lo debía hacer bien. Pero ¿Cómo iba a hacerlo? Yo creía que lo que había hecho la primera vez estaba bien. ¿Qué había hecho mal? Al menos que me lo hubieran dicho.

Las respuestas de los estudiantes a todos estos incidentes eran unos sentimientos vehementes de enojo dirigido a cada uno de los profesores y al propio sistema educativo. Algunos respondían con el auto odio o el aborrecimiento del aprendizaje. Normalmente los alumnos se limitaban a reservarse las emociones para <<odiar al profesor desde ese día en adelante». Algunas veces el resultado del castigo era la burla y el ridículo por parte de los compañeros de clase, lo cual hacia que los alumnos odiaran tanto al profesor como a los compañeros

Los casos más trágicos son los que Alice Miller (1990b) presentaba como ejemplo de interiorización de la culpa. Tanto si el castigo era merecido como si no, los niños aprendían a despreciarse. Se sentían "inseguros y estúpidos"

Era evidente que en los recuerdos de estos incidentes no existía por parte de los estudiantes tanta repulsa hacia ellos que les hiciera aborrecer el aprendizaje o abandonar los estudios. Lograron sobrevivir lo suficiente para conseguir licenciarse y comprometerse con la educación hasta el punto de planteársela como profesión.

Sin embargo, incluso en estas personas, los recuerdos de los castigos han afectado a sus carreras: El sistema escolar ha servido para erradicar el amor que sentía por el aprendizaje y el orgullo por mi trabajo y por mí mismo. Poco a poco me ha convertido en una maquina cuyo espíritu se ha perdido en la batalla por ser el mejor.
libradocamz

REFLEXIONES SORE EL CASTIGO EN LA ESCUELA

Las personas mayores deben analizar su propio pasado con el fin de comprender lo que vivieron durante su infancia y evaluar sus interacciones con los niños.
«Sólo aquellos que son víctimas de este tipo de actos y permiten que sigan produciéndose de forma impune corren el peligro, como consecuencia de ello, de destruir las vidas de otras personas.

Era muy emocionante tanto leer las peores experiencias escolares propias como escuchar las de los demás. Podía identificarme con el dolor y la vergüenza que otros sufrían, y en cierto modo te das cuenta de que no estás sólo. 
Efectos evidentes que estas experiencias han producido en toda nuestra vida: los complejos que hemos desarrollado y la intensidad del sentimiento permanecen.

ELEMENTOS DEL CASTIGO

Probablemente no haya que sorprenderse de que muchas de las “peores experiencias escolares” tuvieran algo que ver con el castigo, el aspecto físico del castigo era evidente. Había también incidentes en los que los profesores despreciaban la intimidad y los espacios privados de los alumnos, y empleaban otros métodos de control que podían haber sido igualmente perjudiciales.

Muchas veces los estudiantes se quejaban del carácter público del castigo, más que del propio castigo, la parte más desconcertante de los episodios que relataban los alumnos era la variedad de infracciones menores que habían sido motivo de castigo. Algunos veces a los alumnos se les había castigado por error, por cosas que no habían hecho.

El castigo se agravaba cuando los alumnos no estaban seguros de por qué se les castigaba, o no sabían cómo corregir sus faltas. Sabía que se suponía que debía hacer el trabajo de nuevo, sólo que ahora lo debía hacer bien. Pero ¿Cómo iba a hacerlo? Yo creía que lo que había hecho la primera vez estaba bien. ¿Qué había hecho mal? Al menos que me lo hubieran dicho.

Las respuestas de los estudiantes a todos estos incidentes eran unos sentimientos vehementes de enojo dirigido a cada uno de los profesores y al propio sistema educativo. Algunos respondían con el auto odio o el aborrecimiento del aprendizaje. Normalmente los alumnos se limitaban a reservarse las emociones para <<odiar al profesor desde ese día en adelante».

Algunas veces el resultado del castigo era la burla y el ridículo por parte de los compañeros de clase, lo cual hacia que los alumnos odiaran tanto al profesor como a los compañeros. Tanto si el castigo era merecido como si no, los niños aprendían a despreciarse. Se sentían "inseguros y estúpidos".

Era evidente que en los recuerdos de estos incidentes no existía por parte de los estudiantes tanta repulsa hacia ellos que les hiciera aborrecer el aprendizaje o abandonar los estudios. Lograron sobrevivir lo suficiente para conseguir licenciarse y comprometerse con la educación hasta el punto de planteársela como profesión.

Sin embargo, incluso en estas personas, los recuerdos de los castigos han afectado a sus carreras: El sistema escolar ha servido para erradicar el amor que sentía por el aprendizaje y el orgullo por mi trabajo y por mí mismo. Poco a poco me ha convertido en una maquina cuyo espíritu se ha perdido en la batalla por ser el mejor.

Estudios CAMZ

martes, 4 de agosto de 2015

Apartado LAS FUENTES DE VIOLENCIA

LA VIOLENCIA EN EL SISTEMA EDUCATIVO
Escuelas, complicidad y fuentes de la violencia
            Existen varias fuentes de violencia dentro de nuestro sistema educativo y son varias las consecuencias que estos acarrean tanto para alumnos como maestros, sin embargo solo veremos una de ellas que es la deshumanización.
Las fuentes de violencia: más comunes y que nos dan como resultado la deshumanización son:
·         Las políticas y las prácticas que van asociadas con la estandarización.
·         La pedagogía excluyente y el castigo
Esas mismas prácticas contribuyen a la deshumanización, la  estratificación y los malos tratos, que son sistemáticamente violentos y hacen que los alumnos respondan de forma violenta, que es dirigida contra los profesores, administradores, contra compañeros.
La deshumanización.
La violencia sistémica empieza con la expectativa de que todos los alumnos de una edad similar deben y pueden aprender las mismas cosas, esto es parte de la  escuela burocrática y alienta la marginación y la hostilidad.
Se sistematizan en grupos y a los profesores se les obliga adoptar un sistema de control y el mismo número de alumnos en cada grupo, por ello esto contribuye a  la violencia sistemática.
La convicción por parte del personal escolar es otro factor que impacta en este tipo de violencia, ya que lo afectivo se reserva para la familia, la iglesia y la comunidad, centrándose solamente en el trabajo administrativo y limitándose lo mas que se pueda a tener contacto con los alumnos, por ello cuando se trata de violencia “cotidiana” se evita a toda costa interferir.
 La organización de la escuela se basa a menudo en  orientaciones militares con las que se pretende controlar unos grupos numerosos de alumnos de parecidas capacidades. Poco es lo que pueden hacer los profesores para cambiar esta realidad y deben actuar como guardias de prisión. La educación de forma rutinaria favorece a la desatención de las necesidades individuales y los resultados son:
Violencia del sentido común que es aceptada porque se esconde detrás de la “trivialidad de las acciones y prácticas normales y ordinarias que la hacen visible” a demás de ser endémica porque las actividades se aceptan como normales.
Referencia bibliográfica:

Ross Epp, Juanita (1999), "Escuelas, complicidad y fuentes de la violencia", en Juanita Ross Epp y Ailsa M. Watkinson (coords.), La violencia en el sistema educativo. Del dañó que las escuelas causan a los niños, Madrid, La Muralla (Aula abierta), pp. 15-47


CAMZ SAUL
LOS MALOS TRATOS

La complicidad de la escuela permite que la violencia sistémica de la deshumanización y la estratificación continúen. Los procesos que mantienen estos aspectos de la violencia son factores que subyacen en la aceptación continuada de los malos tratos físicos, emocionales, psicológicos y sexuales que los niños reciben tanto en la escuela como en la sociedad.
Las escuelas son responsables de los malos tratos a los niños porque ignoran, y por consiguiente aprueban, los abusos que sufren los niños fuera del horario escolar.

El peligro de los malos tratos no está únicamente en ellos mismos, sino en la interiorización de la culpa, el miedo, el auto aversión y la indefensión que los acompañan.
Las prácticas y los procedimientos aceptados que se siguen en las escuelas son en sí mismos abusivos.

Por tradición y según la ley, los profesores y las otras autoridades escolares tienen derecho a emplear la violencia física para mantener su autoridad. El poder de castigar físicamente a los niños ha disminuido a medida que las diferentes jurisdicciones escolares han adoptado políticas en su contra.
La violencia sistémica conlleva también el uso de un sistema de calificaciones que alienta la competencia.

El daño que se inflige al niño no acaba ahí, sino que queda justificado para todos aquellos que se encuentren con ese niño en el futuro.

Muchos consejos escolares han adoptado unas políticas para afrontar la violencia en las que se explicitan las consecuencias que deberán asumir los alumnos que cometan actos violentos.

Las respuestas a la violencia sistémica pueden manifestarse en forma de rebeldía, abandono de obligaciones, retraimiento o adicción.

La violencia contra los demás es más evidente la respuesta de los alumnos puede ser la hostilidad contra los profesores o los compañeros.


REBECA

martes, 4 de agosto de 2015
LA  JUSTICIA SISTÉMICA

Se lleva a cabo mediante una progresión de supuestos que empiezan con la creencia de que es posible estandarizar a los alumnos, sus  capacidades y sus expectativas.

Va encaminada a  que los responsables de las escuelas estratifiquen a los alumnos, ignoren sus diferencias individuales y dispensen  un trato homogéneo.

Con el convencimiento de que los alumnos se beneficiaran, que aprenderán lecciones valiosas, se les perjudica pues los niños a quienes se les ha detenido el desarrollo mediante prácticas perniciosas del sistema escolar no contribuyen a la sociedad en la forma en que podrían haberlo hecho si el sistema educativo hubiera estado a la altura de las expectativas.

Para abordar la violencia sistémica en el nivel del sistema se requiere un análisis crítico de los valores y de las interpretaciones de todo lo que ocurre en las escuelas: un análisis de lo, que se enseña, de la forma en que lo enseña y de cómo evaluamos la enseñanza.

Este análisis nos obligaría a considerar quien es incluido y quien está excluido, y los procesos de la exclusión que se deben llevar a cabo
.
También sería necesaria una reflexión completamente nueva sobre que es la educación, los objetivos del sistema escolar, los procesos que se emplean para alcanzar sus objetivos, y las consecuencias que se asocian con estos procesos. Además de otorgar a los alumnos el privilegio de la pedagogía crítica.

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3_REiDD8Lg-2_sxVCQSWDkkc_L4h7tkArrv9-RSVT7mo5LUidz0zYegOK5-v9sxjiqMDlfB8lgGnvjXA-nQbwXeOEeDb9sxRHIm-ypNHb4jJWHQZ6wP9XCxS-6z1X1oM6_7_X2rl4jPmV/s320/justicia.jpgLa justicia sistémica exigiría unos cambios de actitud en todos los ámbitos de la educación y un compromiso por parte de todos los elementos que integran  la escuela. El proceso de pensar de nuevo las estructuras de la escuela debería ser necesariamente un proceso colectivo.


Como docentes, debemos tener  la esperanza  y la intención de que se nos una toda la masa crítica que se necesita para que se produzca el cambio, además  los padres creen que sus hijos merecen mejores condiciones escolares.